LOS PUENTES MENTALES Y UN DILEMA (Ponencia para el Seminario “El Pensamiento Crítico Frente a la Hidra Capitalista”)

 AGRADECIMIENTO A COMPA ENCARGADA DE LA LECTURA

Malú Huacuja del Toro

Estoy profundamente conmovida de que me hayan invitado a mí a participar en este seminario. No es la primera vez que compruebo que los espíritus más grandes como los de los rebeldes zapatistas resultan ser los únicos que posan su mirada sobre los seres más marginales como yo, pero siempre es una sorpresa deslumbrante observarlo. En esta ocasión se me ha invitado, incluso, a presentar una ponencia en el Seminario “El Pensamiento Crítico Frente a la Hidra Capitalista”, como si tuviera yo algo que decirles a los zapatistas, cuando una de las más aleccionadoras experiencias de mi vida ha sido poder asistir a mis 51 años a la Escuela de la Libertad Zapatista, aunque fuera en línea, de larga distancia, como ahora, porque los escritores que no estamos becados por el gobierno —básicamente becados para ignorar y/o atacar a los zapatistas o a burlarse de ellos y de sus voceros— nunca vivimos en una situación financiera muy holgada, y cuando contamos con dinero adicional, nos lo gastamos de inmediato en proyectos que nos resultan vitales, como el de la Caravana 43 de Ayotzinapa en Estados Unidos o en el apoyo a los medios libres, autónomos, independientes, alternativos, chingovariados, multirraciales, megajodidos, extrasexuales o como se llamen, para que sigan haciendo volar la palabra perseguida, reprimida y calumniada como la de los zapatistas. Su labor nos parece fundamental porque en la prensa, en los medios de incomunicación y en las redes de concursos ciberespaciales de popularidad, no cesa de presentarse una imagen de los zapatistas como verdugos del gobierno y sus partidos, como si su vida en resistencia toda se hubiera organizado sólo para “hacerle el juego al PRI”, como dicen, no para construir un mundo donde quepan muchos mundos y donde los gobernantes manden obedeciendo. Grandes villanos nos dicen que son los zapatistas. Todavía recuerdo a una periodista española, Mayte Rico, que, allá en los años noventa, acusaba a los zapatistas de “usar internet”. Y publicó un libro diciendo eso. Y la gente lo compró. Tal vez ahora los acusen de “ser jaqueados en internet”, que es justamente lo que le ocurrió a la página de enlace zapatista hace poco. Como sea, larga vida a los medios alternativos o como se llamen es lo que deseamos para nuestro país.

MOVIMIENTO POR JUSTICIA EN LA MARCHA A LA ONU

Pero volviendo a mi exposición, además de reiterarles mi asombrado y enorme agradecimiento, a todos los demás, o sea, a los que no me conocen, les debo una presentación: no soy el diablo que más sabe por viejo, sino una enviada de él. Desde hace muchos años el demonio me extrajo de la urbe monstruo Tenochtitlán y me mandó a la ciudad de los rascacielos, Nueva York, que es la capital del imperio financiero, para que aprendiera a ver cómo se teje desde sus entrañas la deshumanización del individuo y cómo es realmente la vida aquí. Porque Nueva York no es solamente la ciudad de los edificios altos sino también la de los puentes. Sobre la magnificencia de la arquitectura fluvial de Nueva York se construye también la de los puentes idiomáticos. Sirven para resistir y obstaculizar el despojo a los pueblos del mundo que en esta ciudad se sella con acuerdos entre mandatarios —unos mandatarios no elegidos más que entre ellos— para invadir militarmente otros países, o para firmar pactos comerciales como el TLC —que entró en vigor precisamente el día que los zapatistas le declararon la guerra al malgobierno de México—, y ahora el TPP, que está por aprobarse en estos días.

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Los lazos idiomáticos son los que colocaron una bandera blanca sobre el puente más emblemático de Nueva York, substituyendo la de Estados Unidos, en la semana en que el gobierno de Israel inició una de sus jornadas más sangrientas de bombardeos a Gaza. Sobre ese mismo puente de Brooklyn, desde finales del año pasado, se extendió la protesta del movimiento del pueblo negro contra el racismo de la policía blanca. Y ahí mismo, en este mes de abril, se creó otro vínculo cultural y racial: la protesta negra se desplegó en solidaridad con la de Ayotzinapa. Precisamente hoy que les escribo estas líneas culmina frente al edificio de las Naciones Unidas la Caravana de los tres contingentes de padres y familiares de los normalistas masacrados y desaparecidos en Iguala, Guerrero, hace siete meses, y ahí estará el pueblo negro con nosotros…

Ayotzinapa March to the UN April 26 15

Esa caravana se trató de un esfuerzo apartidista, financiado mayoritariamente por mano de obra mexicana migrante, para hacer resonar las demandas de los familiares de las víctimas, quienes exigen la cancelación de las elecciones en Guerrero, las cuales sólo sirven para designar al nuevo criminal a cargo. Ésos son los puentes que nos corresponde construir aquí, en la mal llamada Unión Americana.

Empero, hay puentes culturales que no hemos podido levantar, que nos bombardean y nos derrumban las versiones gubernamentales de la realidad, con sus medios de incomunicación, tanto tradicionales como cibernéticos. Son los puentes que nos permitirían recordar que el Tratado de Libre Comercio —que impulsó y firmó Salinas de Gortari, contra el que se rebelaron los zapatistas—, causó un éxodo de millones de mexicanos que se vieron forzados a huir a trabajar a los Estados Unidos. Que, antes, exportábamos maíz, y que, después del TLC, lo importamos. Que México no obtiene primeros lugares más que en los reinos de la infamia: somos el principal exportador de mano de obra barata del mundo. Tengo que repetirlo, porque, al parecer, no lo estamos entendiendo bien: el principal exportador de mano de obra barata del mundo. Es algo que nunca sale en los periódicos, aunque sea noticia. Y somos el país productor de uno de los hombres más ricos del mundo, junto con algunos de los municipios más pobres del orbe, lo que nos convierte en una de las naciones más injustas y desiguales del Planeta Tierra. Somos, además, los productores de algunos de los estados más peligrosos del mundo para los periodistas, como Veracruz y Tamaulipas, y para las mujeres, como Chihuahua.

Ayotzinapa megamarcha a la ONU  al frente padres marchando 26 abril 15

Este pavoroso panorama no nos basta para crear los puentes mentales, verbales, culturales y económicos —en ese orden cronológico— que nos ayudarían a contraatacarlo. O, al menos, a entender la urgencia de intentarlo. Y, quizás, a vencerlo. Con excepción de las comunidades autónomas como las zapatistas, seguimos pensando adentro de los linderos conceptuales y sociales que nos imponen el PRI y sus partidos derivados. La maquinaria que nos gobierna está programada para convertir a sus pobladores en criminales o en profesionistas cómplices del crimen organizado. No hay trabajo en México, y el que hay, dentro de muy poco tiempo estará exclusivamente al servicio del narco. Necesitamos urgentemente actuar y pensar de una manera distinta de como ya comprobamos que no funciona.

Y necesitamos ayuda. Sin embargo, los únicos que saben tender puentes y construir rápidamente túneles rumbo a Estados Unidos son los narcos. Tenemos a, aproximadamente, veinte millones de compatriotas viviendo del otro lado del Río Bravo —y vamos a tener a muchos más ahora que se consolide el Acuerdo Transpacífico de Asociación Comercial o TPP—, y aún así seguimos creyendo que nuestro país está contenido sólo en el territorio demarcado como la República Mexicana. La caravana de delegados de Ayotzinapa lleva dos meses recorriendo Estados Unidos: dos meses… Financiada, reitero, por mano de obra mexicana migrante, por colectas que se hicieron por todo el país, y aún así pensamos que esos mexicanos “no son” de nuestro país, o que son “los que se fueron”, cuando en su mayoría no se han marchado más que físicamente…

No hemos aprendido a reconocer los verdaderos efectos del TLC: que ya no somos un país localizado en un territorio sino distribuido en dos, y que eso que es por ahora una terrible desventaja, puede constituir una fuente de recursos para una economía autosustentable, al margen de ese narcogobierno que nos convierte en uno de los países más injustos y peligrosos del mundo (al menos durante el tiempo en que logremos derrocarlo).

Ayotzinapa megamarcha a la ONU  Malú (lado izquierdo) 26 abril 15

No identificamos esa urgencia, la de derrotarlo verdaderamente —no jugando a un sistema electoral que sabemos pagado por el propio capital de magnates como Slim— porque el gobierno derriba sistemáticamente los puentes mentales que nos permitirían actuar de manera inmediata. Un ejemplo palpable es que, apenas este año, mientras las comunidades zapatistas eran asediadas y un grupo paramilitar desalojaba a los pobladores de Bachajón, las autoridades de cultura organizaron en San Cristóbal de las Casas un festival internacional de cine “de crítica social”. No miento. Y nadie reconoció la burla. El gobierno federal, a través del Imcine, en colaboración con la gubernatura de Chiapas, invitó a estrellas de la cinematografía mundial y a directores que se han caracterizado por hacer películas excelentes de crítica social; películas que marcaron el imaginario revolucionario de la juventud del 68 y de los años 70, y nadie sintió que el gobierno se estaba mofando del pueblo. Durante el festival, el gobernador de Chiapas cacheteó a su asistente, cual reyezuelo de un feudo, no de una república, y nadie pareció reconocer la imperiosa necesidad de dejar de ver las películas que nos proyecta el gobierno sobre nuestro país y nuestra vida.

Así funciona la hidra cultural del capitalismo que no sabemos destejer. Nosotros mismos dinamitamos los puentes que nos conducirían a otro lado; al litoral del mundo donde quepan muchos mundos. Nosotros mismos nos decimos que es una exageración, un despropósito, una exaltación, alarmarnos ante esos festivales que celebran —para atraer turismo— algunas de las gubernaturas más injustas y más corruptas del mundo, como el de cine en San Cristóbal de las Casas, o el de cultura en Veracruz, o el de Acapulco. Es nuestra propia mano la que le pone explosivos al razonamiento, al silogismo, que nos podría volver más lógicos y funcionales: si el gobierno quiere desalojar o exterminar a los pueblos originarios zapatistas es para obedecer a los grandes emporios turísticos y hoteleros, y terminar instalando casinos en Bachajón. Si “A” es igual a “B” y “B” es igual a “C”, entonces “A” es igual a “C”. Si el gobernador de Chiapas se comporta como un tirano todopoderoso cacheteando a su asistente y obligándolo después a decir que “así se llevan”, no es porque parezca tirano sino porque lo es, y si eso ocurre durante un festival de “cine de contenido social” —repito: “de contenido social”— organizado en su estado, la broma se cuenta sola.

Pero hay una razón por la que el gobierno no quiere que veamos la broma, que tendamos el puente mental rumbo a esa costa donde quepan muchos mundos, o que por lo menos no lo dinamitemos; que empecemos a aventurarnos afuera del esquema y que dejemos de ver la película que nos proyecta, o de votar por nuestro cine favorito pero para contemplar la misma historia dirigida por el mismo director.

Esa razón es el dilema que tenemos que descifrar.

Yo tengo una clave personal para hacerlo; cada quién encontrará la suya. Cuando la gente me dice que estoy “quemando mis naves” al pelearme con los enviados del poder; que ya nadie me va a leer ni a hacer caso, que estoy condenada a la invisibilidad, a la imbecilidad, y que soy una sectaria, etcétera, etcétera, yo me propongo lo contrario: tejer esos enlaces, preparar esos navíos hacia otros parajes ahora impensables.

Pues —pienso— debe haber una razón por la que se gasta tanto dinero en proyectarnos la misma película una y otra vez. Porque imagínense un mundo en que empezamos a extender lazos no solamente con los mexicanos en Estados Unidos, y a recibir remesas por otros conductos que no sean los servicios de transferencia de pago propiedad de Slim —como Western Union— ni los bancos… Imagínense un mundo en el que instalamos en cada localidad nuestros propios bancos a los cuales los migrantes manden dinero sin pagarle a Slim ni a Banamex ninguna comisión.

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No solamente eso, sino un mundo donde la gente de México empiece a hablar verdaderamente, atentamente, con el pueblo de Estados Unidos. No con sus gobernantes: con su gente. Con los igualmente silenciados. No con las instituciones de Estados Unidos para pedirles financiamientos, viajes y becas, ni con los empleados de éstas, sino con los ciudadanos comunes del imperio económico.

Imaginen que empezamos realmente a conversar con nuestros vecinos del norte; que les ayudamos a construir su propio puente: ése que su gobierno les destruye todos los días de sus vidas apenas intentan levantarlo, en complicidad con todas sus universidades, todas sus escuelas, todos sus medios de comunicación y todas sus iglesias. Y que, entonces, empiezan a divisar la conexión entre su voto y la miseria que existe en el resto del mundo. Imaginen que, un día, el ciudadano promedio norteamericano deje de ver en su fortuna una superioridad y un destino manifiesto respecto al resto de la humanidad. Que empiece a vislumbrar una causa y efecto entre lo que él piensa, hace o deja de hacer en su país, y la gran miseria en el Continente Africano… o Latinoamericano.

Imaginen qué harían.

Ésa es una película que no les van a proyectar en el próximo Festival Internacional de Cine de San Cristóbal de las Casas.

 

Malú Huacuja del Toro, Nueva York, Estados Unidos, 26 de abril de 2015, a siete meses de la masacre de Iguala, Guerrero.

Fotos: Somos los Otros NY  @losotrosny

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