…Y CON MÚSICA Y POESÍA CAMBIAREMOS EL MUNDO

Por: Leopoldo Hernández

Desde el Centro de Investigación y Documentación del Son Jarocho en Jáltipan, al sur del estado de Veracruz, Los Cojolites, no cesan en esfuerzos para preservar y difundir una de las expresiones culturales donde música y poesía se aglutinan para formular una postura ante la vida y al entorno de las comunidades campesinas del estado. Son los mismos soneros quienes construyen sus instrumentos musicales y verso a verso van urdiendo las décimas -construidas in situ– de su realidad, o simplemente reconstruyen versadas de antaño que ya no le pertenecen a autor alguno y es el mismo pueblo quien en la práctica cotidiana del cantar, se ha apropiado de ellas para su transmisión de generación en generación, propiciando así la identificación colectiva a través de la música, la fiesta y la poesía.

Sin embargo, los apoyos por parte de la clase político-cultural del país, ha permanecido, si no en su totalidad ajena a los procesos culturales de la colectividad, sí, indiferente al proporcionar los apoyos necesarios para la continuidad de proyectos de conservación de manifestaciones culturales, que difícilmente podrán generar alguna regalía mercantil, pues estos procesos culturales, lo que realmente hacen son cohesionar e identificar a un individuo con el otro de su comunidad o pueblo.

Ricardo Perry Guillén, de 49 años de vida y varios de ellos dedicados a la conservación de la cultura en la región sur de Veracruz, y ahora atrincherado en el Centro de Investigación y Documentación del Son Jarocho,  nos explica su punto de vista de las acciones de autoridades culturales en cuanto a apoyos destinados a la conservación de estas manifestaciones culturales: “El estado mexicano, en el terreno de la cultura solamente se dedica a crear un monstruo burocrático en donde se queda todo el dinero para la cultura, y que no corresponde siquiera con nuestra forma de pensar, porque no está diseñado por nosotros, sino desde arriba, y pues los apoyos que pueda tener el gobierno realmente son muy efímeros, son muy menores, y sólo sirven para ir ninguneando el trabajo de toda la gente que está creando, que está haciendo que permanezca nuestra cultura, porque no hay un apoyo verdadero, no hay un apoyo a los procesos culturales, es decir, a toda esa cotidianidad que nos lleva todos los días a comprar unas cuerdas para que toquen los chamacos en el taller, a que se rompe un instrumento, a que se necesita una silla, a que necesitamos comer para seguir haciendo nuestro trabajo, para ello no hay apoyo”.

Al parecer, los apoyos por parte de las instituciones culturales, sólo se destinan cuando los productos culturales ya están concluidos, y hay que lucirse en presentaciones de discos o libros apareciendo en los periódicos, aunque su presencia fue nula durante todo el proceso de creación y desarrollo de las manifestaciones culturales. Bajo esta circunstancia, Perry Guillén afirma: “Nosotros seguimos haciendo las cosas por nuestra voluntad, nosotros aquí con Los Cojolites salimos a tocar hasta muy lejos y a veces no quisiéramos hacerlo, porque nuestra música es de aquí, nuestro mayor compromiso es aquí, debemos estar más aquí con nuestro pueblo, pero tenemos de salir. Hay veces donde ni siquiera nos entienden, pero para ganar una lana y poder sobrevivir aquí tratamos de hacerlo, aquí no hay ningún dinero en Jáltipan por ejemplo, y nosotros tenemos que andar buscando la manera de sobrevivir si queremos seguir aquí haciendo lo que nosotros queremos”.

Por su parte Joel Cruz Castellanos, joven de apenas 21 años y miembro de Los cojolites y del Centro de Investigación y Documentación del Son Jarocho, asegura que la importancia de la cultura en todas las regiones del país, es de vital importancia para el buen desarrollo de los pueblos y sus conciencias, pues “es el producto de miles de años, de cientos de años de conocimientos que el hombre ha ido guardando en la memoria, en la palabra, y precisamente la cultura que vivimos hoy, es un producto de todo ese tiempo. Siento que toda esa sabiduría antigua que es la cultura, va a fundamentar todo el desarrollo que tengamos, porque si no pensamos el desarrollo como una consecuencia de todo eso, es como olvidar todo ese pasado, es como empezar de nuevo, y creer que vamos a desarrollar cosas nuevas sin tomar en cuenta todas las cosas que ya había que son muy importantes, porque por eso mismo es que hemos llegado hasta donde estamos, porque hemos sobrevivido gracias a esos conocimientos, saberes populares que han quedado devaluados” por el que algunos consideran el  único saber, el conocimiento científico.

Cómo alguna vez ha tenido que hacerlo junto a Los Cojolites, Joel asegura que las problemáticas que padecen los jóvenes en esta región es la necesidad de migrar a otras ciudades o países para poder generar los recursos necesarios para sobrevivir. Nos platica que las filas de los camiones que viajan a Ciudad Juárez son cada vez más largas y que su pueblo (Santiago Tuxtla), se va quedando vacío. Considera que esta situación se debe a la falta de oportunidades, y no necesariamente laborales, sino de opción, como nos lo explica: “todo el tiempo se está bombardeando en que tienes que seguir ciertos lineamientos, donde tienes que seguir ciertos parámetros, donde tienes que ser normal dentro de lo que significa ser normal para el capitalismo y el sistema social en el que estamos pues, y en el que no estamos porque queramos, sino en el que nos han puesto pues, porque no es que nosotros hayamos decidido no tener opciones, sino las opciones las fueron eliminando”.

Los integrantes del Centro de Investigación y Documentación del Son Jarocho, Adherentes a la Sexta Declaración a la Selva Lacandona y sumándose a La Otra Campaña esperan que con esta nueva propuesta del EZLN para aglutinar distintas fuerzas y luchas, no sólo indígenas, sino de todos los explotados y marginados de México, ya sean campesinos, obreros, trabajadores, mujeres, niños, jóvenes, sexoservid@s y un largísimo etcétera, sirva para que “encontremos cómo seguir adelante como organizaciones desde la trinchera que cada quien ha elegido. Como nosotros  elegimos al Son Jarocho y al trabajo cultural como nuestra forma de poder sobrevivir, de poder cuestionar, de poder aprender, y de poder ayudar a la organización comunitaria, porque el son jarocho es una música comunitaria del pueblo y por eso está tan apegada al pueblo”, afirma Perry Guillén.

Para Joel Cruz, quien asegura que ha visto en su región como desde los movimientos culturales las organizaciones difícilmente hacen alianzas o trabajan en conjunto por el bien común, La Otra Campaña es una oportunidad para que “esas organizaciones que tal vez tiempo atrás no se pudieron ni juntar, ni organizar, ni proponer, ni desarrollar planes en común, pues se puedan juntar, entonces a mí en lo particular me llena mucho de esperanza también, porque está convocando a mucha gente, mucha gente que tal vez no se hubiera acercado a los movimientos culturales ni a los movimientos sociales.

“A Jáltipan quiero imaginármelo como esas historias que cuentan los viejos soneros de que había un fandango donde había 400 bailadores, donde había 50 jaraneros, donde toda la gente asistía a los fandangos, todo el pueblo, y por eso era el sotavento”.